Texto de ensayo
Cosmogonías de un pintor
Imágenes mitográficas de inspiración precolombina
Lo ancestral de origen indoamericano, principalmente coordenado en los límites andinos y equinocciales de lo precolombino, ha sido fuente de inspiración creativa para Miguel Betancourt en el devenir de su carrera artística.
Y es así como, en Cosmogonías de un pintor —una exposición temático-antológica— se recoge una selección de obras con ese paradigma creativo de lo prehispánico. Obras que con más de dos décadas a partir de su creación, e incluso obras recientes que mantienen ese modelo estético del autor y con las debidas variaciones propias de su estado creativo actual, son parte importante de los principios filosóficos de Miguel Betancourt manifestados en su esteticismo icónico tan particular.
En cada obra seleccionada para esta exposición se plasman diversas descripciones figurativas e incluso algunos relatos de orden mitológico correspondientes a diversos contextos de cosmovisión ancestral que se tornan identificables por la naturaleza sígnica de los modelos retratados.
Se trata, en su mayoría, de obras con figuraciones derivadas de un corpus precolombino diverso, muchas de las cuales son determinables fielmente por su origen equinoccial. Y entre las que destacan las figuras femeninas de la cultura Valdivia, las teratológicas de filiación La Tolita y Jama Coaque, las sillas en forma de u de la cultura Manteña, las piezas cerámicas Chorrera, Machalilla o las Guangala, e incluso figuras de referencias regionales como las de los corpus arqueológicos Chimú, Paracas e Inca del Perú.
Con esta diversidad selectiva el autor propone composiciones de cualidades fictivas que formulan ciertos estados de cotidianidad de aquellos antepasados. De esos seres que habrán sido los referentes de creación de las figuras precolombinas en su tiempo y que son trasladados y representados en el presente en las obras que componen esta muestra.
Es decir, la gente natural de esas naciones originarias de América, los animales, las plantas, los dioses… Y todos ellos en un estado especulativo por medio del cual Betancourt los describe plásticamente en su día a día, e incluso proyectados en sus tradiciones y creencias a partir de las cuales el artista propone narraciones que se definen con base en evidentes principios de visión mitológica: una especie de narratología pictográfica muy característica de Betancourt.
Y son estos principios de especulación propios de Miguel Betancourt, de una especulación fundamentada en los datos hipotéticos que provienen de los corpus culturales precolombinos a los que él hace referencia, los que se concretan en cada composición pictórica.
De esta manera se descubre una esfera de significación que el artista propone como fiel a su entendimiento de lo prehispánico. Una semiosfera[1] de creación artística que agrupa las visiones cosmogónicas de Miguel Betancourt cifradas en las obras que conforman un pensamiento autoral ligado a los mundos antiguos de los naturales de equinoccio.
Estas son las cosmogonías de un pintor siempre liado a sus orígenes indoamericanos. Orígenes que conviven, en su porción de mestizaje, con muchos principios culturales provenientes de Occidente. Y es esa mixtura filosófica y estética la que se hace presente en esta selección curatorial. Una mixtura de cosmovisiones ancestrales y con los tintes estéticos de modernidad asimilados por Betancourt y que se derivan en la autenticidad formulada en su estilo plástico.
A partir de todo lo descrito, y en busca de un hilo conductor que se articule en esta exposición en particular, se presentó una necesidad conceptual en cuanto al trabajo curatorial que definiera una museología temática coordinada con los principios cosmogónicos de las culturas significadas por el artista. Y fue así que surgió el modelo de cosmovisión inca, el del pacha, como un esquema útil de clasificación alegórica y exclusiva para este propósito expositivo.
En este punto resulta principal dejar en claro que el modelo inca del pacha, el del espaciotiempo que define los orígenes del mundo desde una visión particular, no es un modelo absoluto para todas las culturas naturales de origen panandino, pero sí uno émico[2] que nos permite una lectura desde adentro (ukurikuchiymanta) y con cierto grado de autenticidad territorial.
Este modelo del pacha propone un código de cosmovisión tripartito basado en tres espacios coordenados y en los tiempos relativos a cada uno. Y así se definen en él tres mundos interconectados entre sí: el kaypacha como el espaciotiempo del ser y del estar o mundo del ahora, el de los vivos; el ukupacha como el espaciotiempo anterior o mundo de los muertos; y el hanakpacha como el espaciotiempo de lo etéreo y venidero, el de la porción del universo criada para la locación de lo divino y espiritual.[3]
Con base en esta clasificación filosófica se ha podido estructurar una muestra temática en la que las obras seleccionadas se ubican, por sus cualidades relativas, en uno de estos tres espacios y tiempos alegóricos.
Y es que, en su obra con tintes precolombinos, Miguel Betancourt, en un sentido de correspondencia atávica, propone una concordancia a través de su modo estético y de su filosofía artística con los modelos de espaciotiempo descritos. Y así formula una serie de estampas cosmogónicas que nos describen esos orígenes con un sentido intuitivo de cómo habrán sido esos seres y esos mundos en el devenir del tiempo. Entes que identificamos, en cierta medida y proporción, a partir de los objetos arqueológicos legados en los museos y más aún en los descendientes que somos, en porción de mestizaje, de esos antepasados naturales de tierras americanas; y que, por medio de esta exposición, también los podremos referir en esos diversos estados de idealización propuestos por Miguel Betancourt.
Estas descripciones mitográficas[4] de inspiración ancestral que nos propone el artista las analizaremos en los respectivos contextos de espaciotiempo (el espaciotiempo de las cosmogonías de un pintor). Y serán estos entornos coordenados los que validarán el sentido de cada obra en una directa conexión de orden diacrónico[5] y con base en esos principios de cosmovisión ya comentados.
[1] Este concepto de Yuri Lotman es de orden semiológico y se deriva de la concepción física de Vernadski acerca de la esfera de la vida o biosfera donde ocurren todos los procesos vitales. La semiosfera de Lotman, por ende, deviene como la esfera donde todos los procesos de significación pueden ocurrir. Véase a propósito La semiosfera de Yuri Lotman (Madrid, Ed. Cátedra, 1996).
[2] Emic y etic son dos términos de enfoque principalmente antropológico con los que se conviene un estudio de un fenómeno humano social, como lo puede ser una manifestación etnocultural, visto ya sea desde adentro de la manifestación (emic) o visto desde afuera (etic). Un observador desde adentro bien podría ser un participante activo del fenómeno, en tanto que un observador desde afuera podría ser simplemente un espectador.
Los neologismos quichuas acuñados de mi parte: ukurikuchiymanta (desde adentro) y kancharikuchiymanta (desde afuera), son parte del ensayo semiótico de cosmovisión precolombina que escribo en la actualidad.
[3] La relación espaciotemporal que propone esta cosmovisión tiene su paralelismo estructural con la noción de tiempo y espacio relativos y que son propios del pensamiento quechua. Ukupacha se relaciona con el concepto de ñawpak pacha que define la noción de pasado anticipado en el tiempo; es decir, de un pasado que se recicla en un futuro. Kaypacha se relaciona con kunan pacha que se define como el tiempo del hoy. Y Hanakpacha se relaciona con shamuk pacha como el tiempo por venir. Una concepción cíclica en general que propone una dinámica de un espaciotiempo en espiral.
[4] Dado que el mito principalmente se define como una narración fantástica que no se determina en ningún tipo de coordenadas históricas, la referencia de lo mitográfico en este contexto artístico se define como un sistema de escritura de tipo estético que se recrea en la ficción.
[5] La comparación de tiempos aún cuando estos hayan sido relacionados con circunstancias fictivas creadas por el artista, no deja de describir una sucesión de hechos en el devenir espaciotemporal. Y es esta la cualidad de lo diacrónico que se hace patente en esta colección artística y que valida aún más el tema cohesivo de las cosmogonías de un pintor.