Cadena perpetua 

 

—Lo que sí recuerdo es que sonó una sirena de ambulancia…, ¿o sería una de policía? En fin…, ahora no lo puedo asegurar con exactitud… Eso en cuanto al recuerdo anterior al resbalón luego de que ella me preguntara por la hora y me esbozara una sonrisa que no era de interrogación sino algo así como de encanto, de hechizo; o hasta le diría, su señoría, una sonrisa con algo de seducción… Entonces recuerdo haber buscado el celular para dar con la respuesta, pero me resbalé no sé con qué y luego ya no supe nada más... ¡Y ahora me juzgan como la asesina de ella...! ¡Qué va! Yo no la maté… Pero ya no sé qué más decirle, señora jueza… Solo que ella, quizás, no era tan bonita como usted lo podría pensar... Para nada… Aunque esa sonrisa, esa sonrisa, esa sonrisa... 

—¿Tiene algo más que alegar en su defensa la acusada?

—No, su señoría, créame, ya no sé qué más decir… —contestó la acusada, sonrió como un empalidecido emoticono, en un estado de desamparo absoluto, y ya no dijo nada más.